La historia del viñedo y los vinos canarios

La historia del viñedo y los vinos canarios es verdaderamente singular e interesante y, en su origen se entrelazan la mitología y la leyenda, como igualmente ocurre con la historia de nuestro Archipiélago.Horacio, medio siglo antes de Jesucristo, aseguró que “la viña sin podar florecía continuamente en las Afortunadas”. Sin embargo, son diversos los autores que afirman que la vid no formaba parte de la flora del archipiélago y aseguran fue introducida en algún momento entre los siglos XIV y XV por los conquistadores o colonos.La procedencia diversa de los primeros colonizadores y la coincidencia en sus culturas del vino se tradujo en la introducción en las Islas de las mejores cepas, con el deseo de lograr cuanto antes una producción interna, evitando así los inconvenientes de recibir los caldos del exterior en inseguros y lentos navíos.De esta forma, andaluces, extremeños, castellanos, gallegos, navarros, catalanes, portugueses, franceses, genoveses y hasta flamencos rivalizaron en su empeño, tratando de emular la calidad del vino del vecino, dando lugar en Canarias a una riqueza varietal inigualable en otras partes del mundo.La adaptación y aclimatación de variedades de procedencia tan diversa hacen que estos viñedos importados prosperen desde los inicios. Ya en la primera mitad del siglo XVI , y coincidiendo con la decadencia del cultivo de la caña de azúcar, el vino canario cobra relevancia gracias a dos circunstancias fundamentales:- la alta calidad lograda por el vino “malvasía”, elaborado con la variedad del mismo nombre que, procedente, según varios autores de la isla de Candia (actual Creta), llega al Archipiélago en la segunda mitad del siglo XV, seguramente desde Madeira, y- la situación geográfica de las islas, puente de tres continentes y escala obligada en las rutas oceánicas de navíos comerciales, aventureros y piratas, que descubren y difunden la calidad del “malvasía” de Canarias, que va ganando adeptos y prestigio universal.Cabe significar que los vinos isleños, especialmente los “malvasías”, pero también los vidueños (elaborados con variedades distintas a la malvasía), son los primeros vinos generosos del mundo que fueron objeto de un comercio marítimo importante, ya que, desde 1519 era conocida en Inglaterra la bondad de nuestros caldos y a partir de esa fecha se inician unas relaciones importantes con los comerciantes de Bristol. Nace un próspero intercambio comercial que convierte el cultivo de la vid y la explotación de los vinos en la principal fuente de fortuna para el Archipiélago a lo largo de casi trescientos años.Este negocio, que en algunas cosechas superó las 30.000 pipas (13.500.000 litros), según las antiguas datas de comercio, se realizaba con Europa y especialmente con Inglaterra. A este mercado se unen las colonias portuguesas y españolas de América y África.Los vinos de las islas tenían la fortuna de que mejoraban con los viajes, dada su estancia en la madera (por lo que se pagaba a mayor precio el vino denominado llegado “de retorno”). Su prestigio se impone de tal manera que, en los palacios de las principales cortes europeas, nunca faltaba el malvasía, “que alegra los sentidos y perfuma la sangre”, y que es distinguido entonces como una Denominación de Origen, al dársele el nombre genérico de “Canary”, de manera similar a como hoy se conocen Oportos, Burdeos o Jerez. Historia y literatura Hechos históricos también están ligados al vino canario. Tal es el caso del armisticio de Lousiana, donde, tras el acuerdo, se brindó con “Málaga y Canarias”, o en el ataque del almirante inglés Nelson a Santa Cruz de Tenerife en 1797, en que el general Gutiérrez, después de haber derrotado a los ingleses y tras las capitulaciones, les envía un tonel de vino malvasía.Fueron también varios los reyes que se aficionaron al Canary: Alejandro I, Zar de Rusia; Francisco I de Francia y hasta el rey español Carlos III, de quien decían las crónicas que “tomaba al día hasta tres copitas de vino que se hacía traer de las Canarias”.Muchos fueron los puertos y caletas de las islas por los que se realizó el comercio de los vinos canarios. Entre ellos se pueden nombrar como más destacados los de Garachico , La Orotava , Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de La Palma y Las Palmas de Gran Canaria.Numerosas son las citas sobre el vino canario que hacen en sus obras escritores famosos de todos los tiempos: Shaskespeare, Walter Scout, Góngora y José Spillman entre otros. Innumerables los relatos y anécdotas de viajeros y cronistas de entonces, en los que el vino de las islas está presente y se le relaciona con acontecimientos y personajes célebres que harían la relación interminable. Gloria El comercio a las Indias se inicia y cobra fuerza a principios del siglo XVI, de tal forma que las islas llegan a contar pronto con su propia flota para realizar este negocio, que siempre se vio entorpecido y mermado por las maniobras restrictivas que Sevilla y Cádiz, deseosas de comerciar su propia producción de vinos, le imponían a través de la Casa de Contratación y Consejo de Indias.Canarias siempre limitado en el tonelaje su exportación de vinos, número de navíos y puertos de las Indias a donde se podían enviar las mercancías y estuvieron condicionadas a la emigración obligatoria de “cinco familias canarias de cinco miembros, por cada 100 toneladas embarcadas”, como contribución al desarrollo de la población del Nuevo Mundo. Numerosas de estas familias de colonos llevaron a América sarmientos de las islas, a pesar de la prohibición expresa de las “Leyes de los Reinos de las Indias” de plantar vides en las nuevas posesiones.De esta forma, la contribución del Archipiélago al desarrollo de la viticultura en el nuevo mundo fue fundamental y nunca suficientemente reconocida y ponderada. La independencia de Portugal de Castilla, que trajo como consecuencia la pérdida del comercio de sus colonias; el matrimonio de Carlos II de Inglaterra con la portuguesa Catalina de Braganza,que favoreció el comercio de vinos de Portugal Madeira y Azores con Inglaterra perjudicando al que se realizaba con Canarias; la Ley de Navegación dictada por el monarca inglés en 1661; y la creación en Londres, en 1665, de la Compañía de Mercaderes que negocian para las islas Canarias" o "Compañía del Monopolio"; fueron los grandes contratiempos en el floreciente comercio de los vinos canarios. Ellos vinieron a marcar el inicio de la crisis. La política abusiva de los comerciantes ingleses de la Compañía del Monopolio, establecidos en el Archipiélago, originan un gran malestar entre los cosecheros sobre todo de Tenerife, principal isla productora. Este malestar desencadena algunas algaradas de amenaza contra los ingleses, culminando con el llamado "derrame del vino" en Garachico en la noche del 3 de julio de 1666, en la que "trescientos o cuatrocientos enmascarados violentaron las puertas de las bodegas y destruyeron las barricas, derramando el vino, de forma que se originaban arroyos en las calles", provocando, según Viera y Clavijo, "una de las inundaciones más extrañas que se puedan leer en los anales del mundo". Tras diversas crisis y vicisitudes, en 1848, la decadencia del negocio de los vinos canarios es extraordinaria y con la plaga de oídio en 1852 y, después del mildiu, en 1878, sufre este sector el descalabro definitivo del que ahora, por fortuna, se está recuperando. A pesar de ello, es importante reseñar que aun con el sector en crisis, en las exposiciones de París en 1877 y de Madrid en 1898, los vinos de las islas hacen un excelente papel y así lo reconocen varios cronistas de renombre universal